jueves, 9 de diciembre de 2010

Marrakech, experiencias únicas

Voy a contaros la historia de lo que nos pasó en Marrakech.

El día que llegamos, después de acomodarnos en el Riad, de reconocer un poco los caminos y la gente, y de acostumbrarnos a olores y colores, fuimos dirección a la plaza Jemma El Fna.
Allí, mientras hablábamos entre nosotros, un hombre, que por cierto muy limpio, aseado y educado, nos habla en perfecto español y nos dice que él nos acompaña al Riad de vuelta y así practica su español.
Claro, no nos fiamos ni un pelo, e intentamos volver solos, seguidos de cerca de Abdhul (así se llamaba).
Gracias a Dios que estaba este señor!! fuimos incapaces de llegar, tuvimos que pedirle ayuda y él encantado nos acompañó a la puerta. Le preguntamos que quería y nos dijo que nada, que era sólo por practicar español y porque le gustaba la gente de nuestro país.

Decidimos quedar con él al día siguiente, total no perdíamos nada, así que a primera hora en la puerta del Riad para que nos enseñe su ciudad y nos llevé a los mejores sitios.
Al día siguiente nos recoge, nos lleva a los jardines de Marrakech (a los dos más famosos, los detallo en el post de Marrakech), por la ciudad, dentro de las murallas y a comer a un restaurante precioso. Era una jaima gigante, la comida buenísima y el sitio ideal.
Abdhul nos dejó allí para que comiéramos tranquilos, se marchó un par de horas, y luego volvió a recogernos.
La tarde la pasamos viendo la ciudad, la Madraza, cementerios, plazas...y luego a cenar, en un puesto de mala muerte en el centro de Jemma El Fna, donde en vez de platos era papel albal, los cubiertos son tus manos y todos nos sentamos juntos a comer un pescado que se hacía en un aceite de lo más sucio!!! pero...la mejor cena que tuvimos, como disfrutamos ese momento tan peculiar.

Abdhul nos llevó de vuelta al hotel y al día siguiente nos recogió para llevarnos toda la mañana al zoco de compras, fue una maravilla, y encima sin perdernos.

Lo bueno de ir con alguien del país es que apenas nadie te dice nada, no se acercan ni intentan apabullarte pidiendo ni nada, porque ya ven que vas con uno de allí, y claro, Abdhul no permitía que nos pasara nada.
Durante los tres días nos preguntaba muchas cosas de España, le encantaba que le contáramos como es nuestro país y nuestra cultura.

Finalmente, cuando llegó el fin del viaje, le dimos 20€ por la gran ayuda que nos ofreció (la verdad que fue una miseria darle eso, pero en ese momento no teníamos mucho más), el hombre no los quería, pero al final los cogió súper emocionado. Nos despedimos con algo de pena y nos dijo que si alguna vez volvíamos que le buscáramos.

Será complicado, pero si vuelvo lo intentaré.
No tengáis miedo en un país donde la cultura es tan diferente a la nuestra de conocer gente, de dejaros guiar y de disfrutar al máximo. Tened cuidado, pero podéis encontrar a gente maravillosa en vuestro camino.

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